Los Kuoros y las Korai: Ideales de Belleza

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En la actualidad la belleza física es un elemento constantemente presente en el imaginario de las personas. En los medios masivos de comunicación como la televisión, películas y revistas observamos ciertos patrones estilísticos occidentales considerados como modelos a seguir. Esto provoca que la sociedad busque asimilarse a estos ideales, generalmente por motivos de aceptación. Por lo tanto, este mundo globalizado por incesante publicidad, se encuentra inmerso en un mar de ideas en donde la originalidad se pierde ante las imposiciones de "perfección". Como siempre, esta situación no surge instantaneamente, sino que es producto de un pensamiento anterior, de una necesidad y mentalidad que por increible que parezca proviene de la antigüedad.
En la Hélade (Grecia Antigua) era muy frecuente expresar estos sentimientos por medio de las representaciones artísticas. Legados de un pasado remoto son las magníficas construcciones que hoy día seguimos apreciendo en sus dichosos territorios; esculturas finamente talladas por grandes artesanos y vasijas que guardan testimonios de una cultura superior. Estos ejemplares contienen diseños de hermosos personajes de la mitología y personas en sus actividades cotidianas. Un caso particular en donde se refleja esta intención de manifestar la simetría divina es con las famosas esculturas conocidas por el nombre de Kuoros y Korai.
A partir del 776 a.C. comienzan a verse primitivas estatuas de atletas desnudos, hombres jóvenes avanzando con la pierna izquierda y los brazos pegados al cuerpo, de gran tamaño con su cabellera cayendo hasta el pecho, un aplastamiento del rostro y la incisión del arco epigástrico. Estas estatuas son llamadas Kuroi (Kuoros en plural) o también denomindas Apolos. Las personas retratadas en estas esculturas son destinadas a aquellos victoriosos de las Olimpiadas. En un principio fueron realizadas en madera y representaban el ideal de hombre y divinidad. Esto significa que querían captar la dignidad bajo una forma humana, llevando a cabo la perfección y eternizando la plenitud de su fuerza y belleza. Posteriormente dotaron a estas creaciones con ciertas cualidades como la apertura de los ojos, con formas almendradas o elípticas, párpados grandes, boca entreabierta y los labios en un ángulo que parece mostrar una leve sonrisa conocida con el nombre de "Sonrisa Arcaica". Del mismo modo, la posición del cabello fue cambiando con el tiempo. Primeramente, los Kuoros más antiguos llevaban sus bucles al costado del rostro. A partir del siglo VI a.C. se recogió detrás de la nuca y finalmente se insertó en una cinta, quedando largas trenzas que formaban una corona.
Por otro lado encontramos la Kore (Korai en plural) que es la contraparte femenina, en donde la diferencia recae en el uso de vestimenta. El nombre de Kore significa "virgen o doncella" y las piezas muestran distintos vestidos y peinados. En algunas figuras portan el peplo dórico (túnica griega) que les da un movimiento cilíndrico, otras llevan una túnica interior de lana transparente que es sostenida con una mano, mientras que con la otra cargan una flor, un fruto o una paloma. Sin duda los escultores se esmeraron en estilizar los pliegues de los vestidos y rasgos faciales al máximo. El color de la piel era de un rosáceo apagado, los cabellos rubios o castaños claros, las diademas doradas y los mantos con adornos bordados de diversos colores. Generalmente estas obras de arte estaban atribuidas a la diosa Atenea por su virginidad. La manera en que las mujeres ganaban su reconocimiento era con un ritual prehelénico llamado Arreforia. El mismo consistía en la procesión de dos doncellas en tiempos de fiesta a recintos sagrados, cargando sobre sus cabezas unas cestas con objetos desconocidos por ellas que eran entregados por las sacerdotisas de Atenea. Al momento de dejar estos elementos, recogían otros ya dejados y eran retornados a la Acrópolis. Una vez terminado, otras dos mujeres ocupaban sus lugares haciendose una cadena.
Los modelos escultóricos de la Hélade fueron tomados por los romanos, continuando la labor artística de la estilización humana. Debido al inmenso imperio constituido por los césares, se transmitieron los cánones alrededor del mundo que perduraron en el tiempo, razón por la cual encontramos en nuestro presente un supuesto ideal de belleza.

IMÁGENES: La imagen izquierda es el Kuoros de Tenea, 575 - 550 a.C., proveniente de Corintia y se encuentra en el Glyptothek en Munich, Alemania.

La imagen derecha es la Kore de Peplo, 530 - 520 a.C. y se expone en el Museo de la Acrópolis de Atenas.

BIBLIOGRAFÍA

Bandinelli R. Bianchi y E. Pariberi, El arte de la antigüedad clásica: Grecia, Ed. Akal, Madrid, 1998.

Barral Xavier y I. Altet, Historia universal del arte. La antigüedad clásica, 5° ed., Barcelona, 1991, II Vols.
Becatti Giovanni, Las grandes épocas del arte. La época clásica, Ed. Edaf, Madrid, 1965.

Chamoux Francois, Escultura de la antigua Grecia, Ed. Hermes, México-Buenos Aires, 1968.

Pijoan José, Summa Artis. Historia general del arte. El arte griego, 7° ed., Madrid, 1978, VIII vols.

Un compañero de toda la vida

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Los animales siempre han estado presentes junto al hombre a lo largo de la historia. En las distintas culturas adquirieron importancia, ya sea en cuestiones domésticas, alimenticias, religiosas o incluso como fieles compañeros. Por lo tanto, es común encontrar imágenes de éstos en cuevas, vasijas, cuadros, construcciones, libros y en otras manifestaciones de la vida cotidiana.



En Mesopotamia, la cuna de las civilizaciones, son frecuentes las representaciones animalísticas en los distintos ámbitos de la sociedad. En la gran mayoría de los restos arqueológicos están presentes los caballos, camellos, ovejas, cabras, buitres, cangrejos, serpientes, tortugas, peces, toros y leones (considerados los dos últimos de suma relevancia en los habitantes). Se han descubierto talismanes con cabezas de toro, aves, hachas dobles, medias lunas y versiones en piedra de las cuentas de aletas de pescado. Con respecto a la domesticación optaron por perros, cabras, ovejas, cerdos, vacas, gatos y burros, todos ellos descendientes de los lobos, las cabras bezoar, los muflones asiáticos, el jabalí, los uros, el gato montés y los onagros.

La información acerca de la fauna en Mesopotamía es obtenida primeramente de los huesos encontrados en las excavaciones arqueológicas que determinan la especie, sexo, edad e incluso enfermedades que pudo haber contraído. Por otro lado, los escritos que perduraron en el tiempo contienen datos de los animales, así como registros contables de rebaños, observaciones al momento de efectuarse rituales con fines adivinatorios, listas de capturas en cacerías y los que eran mantenidos en cautiverio en los palacios reales.

A medida que comenzaron a establecerse los "Sumerios" entre los ríos Tigris y Éufrates, en forma paulatina fueron integrandose los animales en sus quehaceres. Al principio los hombres solamente recolectaban frutos y cazaban, una vida totalmente nómada. Posteriormente desarrollaron sistemas de cultivo que permitió un asentamiento en esta región en particular. De esta manera, se fue modificando la relación netamente de cacería para utilizarlos en otras situaciones. Un ejemplo de lo anterior se puede observar en el entrenamiento de los caballos como arma letal en las constantes guerras. Al momento de crearse carrocerías, los caballos fueron la figura central como animal de tiro, convirtiendose en una prioridad en los ejércitos asirios. Un caso similar ocurrió con los camellos, siendo ideales como medio de transporte. Del mismo modo, la piel de oveja fue una de las principales exportaciones de la zona. En los rituales religiosos, las ofrendas a los dioses estaban constituidas en su mayor parte por cordero y pescado.

El nacimiento de una civilización no está basado unicamente en la invención del estado, escritura, creencias religiosas, edificaciones suntuosas o cualquier tipo de manifestación artística. También es relevante comprender la conexión existente entre el ser humano y la naturaleza, sus alrededores tanto vegetales como animales. Gracias a la agricultura y la ganadería se llevó a cabo la formación de una pequeña comunidad que poco a poco terminó consolidandose como la primera civilización en el mundo, descubriendo la rueda, la fabricación de telas, la construcción de barcos, la utilización de numeros, el alfabeto y un sin fin de elementos, herencia en nuestros tiempos actuales.


Imágenes: "Asurbanipal (668-631 a.C) cazando leones". Relieves del palacio norte de Nínive. Piezas expuestas en el Museo Británico de Londres.

BIBLIOGRAFÍA

Childe, V. Gordon, Nacimiento de las civilizaciones orientales, 2° ed., Ed. Ediciones Península, Barcelona, 1976.

Cottrell, Leonard, Mesopotamia, la tierra de los dos ríos, 3° ed., Culturas Básicas del Mundo, México, 1967.

Manzanilla, Linda, La constitución de la sociedad urbana en Mesopotamia, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1986.

Roaf, Michael, Mesopotamia y el antiguo Oriente Medio, Ediciones Culturales Internacionales, Barcelona, 2000.