Los Kuoros y las Korai: Ideales de Belleza

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En la actualidad la belleza física es un elemento constantemente presente en el imaginario de las personas. En los medios masivos de comunicación como la televisión, películas y revistas observamos ciertos patrones estilísticos occidentales considerados como modelos a seguir. Esto provoca que la sociedad busque asimilarse a estos ideales, generalmente por motivos de aceptación. Por lo tanto, este mundo globalizado por incesante publicidad, se encuentra inmerso en un mar de ideas en donde la originalidad se pierde ante las imposiciones de "perfección". Como siempre, esta situación no surge instantaneamente, sino que es producto de un pensamiento anterior, de una necesidad y mentalidad que por increible que parezca proviene de la antigüedad.
En la Hélade (Grecia Antigua) era muy frecuente expresar estos sentimientos por medio de las representaciones artísticas. Legados de un pasado remoto son las magníficas construcciones que hoy día seguimos apreciendo en sus dichosos territorios; esculturas finamente talladas por grandes artesanos y vasijas que guardan testimonios de una cultura superior. Estos ejemplares contienen diseños de hermosos personajes de la mitología y personas en sus actividades cotidianas. Un caso particular en donde se refleja esta intención de manifestar la simetría divina es con las famosas esculturas conocidas por el nombre de Kuoros y Korai.
A partir del 776 a.C. comienzan a verse primitivas estatuas de atletas desnudos, hombres jóvenes avanzando con la pierna izquierda y los brazos pegados al cuerpo, de gran tamaño con su cabellera cayendo hasta el pecho, un aplastamiento del rostro y la incisión del arco epigástrico. Estas estatuas son llamadas Kuroi (Kuoros en plural) o también denomindas Apolos. Las personas retratadas en estas esculturas son destinadas a aquellos victoriosos de las Olimpiadas. En un principio fueron realizadas en madera y representaban el ideal de hombre y divinidad. Esto significa que querían captar la dignidad bajo una forma humana, llevando a cabo la perfección y eternizando la plenitud de su fuerza y belleza. Posteriormente dotaron a estas creaciones con ciertas cualidades como la apertura de los ojos, con formas almendradas o elípticas, párpados grandes, boca entreabierta y los labios en un ángulo que parece mostrar una leve sonrisa conocida con el nombre de "Sonrisa Arcaica". Del mismo modo, la posición del cabello fue cambiando con el tiempo. Primeramente, los Kuoros más antiguos llevaban sus bucles al costado del rostro. A partir del siglo VI a.C. se recogió detrás de la nuca y finalmente se insertó en una cinta, quedando largas trenzas que formaban una corona.
Por otro lado encontramos la Kore (Korai en plural) que es la contraparte femenina, en donde la diferencia recae en el uso de vestimenta. El nombre de Kore significa "virgen o doncella" y las piezas muestran distintos vestidos y peinados. En algunas figuras portan el peplo dórico (túnica griega) que les da un movimiento cilíndrico, otras llevan una túnica interior de lana transparente que es sostenida con una mano, mientras que con la otra cargan una flor, un fruto o una paloma. Sin duda los escultores se esmeraron en estilizar los pliegues de los vestidos y rasgos faciales al máximo. El color de la piel era de un rosáceo apagado, los cabellos rubios o castaños claros, las diademas doradas y los mantos con adornos bordados de diversos colores. Generalmente estas obras de arte estaban atribuidas a la diosa Atenea por su virginidad. La manera en que las mujeres ganaban su reconocimiento era con un ritual prehelénico llamado Arreforia. El mismo consistía en la procesión de dos doncellas en tiempos de fiesta a recintos sagrados, cargando sobre sus cabezas unas cestas con objetos desconocidos por ellas que eran entregados por las sacerdotisas de Atenea. Al momento de dejar estos elementos, recogían otros ya dejados y eran retornados a la Acrópolis. Una vez terminado, otras dos mujeres ocupaban sus lugares haciendose una cadena.
Los modelos escultóricos de la Hélade fueron tomados por los romanos, continuando la labor artística de la estilización humana. Debido al inmenso imperio constituido por los césares, se transmitieron los cánones alrededor del mundo que perduraron en el tiempo, razón por la cual encontramos en nuestro presente un supuesto ideal de belleza.

IMÁGENES: La imagen izquierda es el Kuoros de Tenea, 575 - 550 a.C., proveniente de Corintia y se encuentra en el Glyptothek en Munich, Alemania.

La imagen derecha es la Kore de Peplo, 530 - 520 a.C. y se expone en el Museo de la Acrópolis de Atenas.

BIBLIOGRAFÍA

Bandinelli R. Bianchi y E. Pariberi, El arte de la antigüedad clásica: Grecia, Ed. Akal, Madrid, 1998.

Barral Xavier y I. Altet, Historia universal del arte. La antigüedad clásica, 5° ed., Barcelona, 1991, II Vols.
Becatti Giovanni, Las grandes épocas del arte. La época clásica, Ed. Edaf, Madrid, 1965.

Chamoux Francois, Escultura de la antigua Grecia, Ed. Hermes, México-Buenos Aires, 1968.

Pijoan José, Summa Artis. Historia general del arte. El arte griego, 7° ed., Madrid, 1978, VIII vols.

Un compañero de toda la vida

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Los animales siempre han estado presentes junto al hombre a lo largo de la historia. En las distintas culturas adquirieron importancia, ya sea en cuestiones domésticas, alimenticias, religiosas o incluso como fieles compañeros. Por lo tanto, es común encontrar imágenes de éstos en cuevas, vasijas, cuadros, construcciones, libros y en otras manifestaciones de la vida cotidiana.



En Mesopotamia, la cuna de las civilizaciones, son frecuentes las representaciones animalísticas en los distintos ámbitos de la sociedad. En la gran mayoría de los restos arqueológicos están presentes los caballos, camellos, ovejas, cabras, buitres, cangrejos, serpientes, tortugas, peces, toros y leones (considerados los dos últimos de suma relevancia en los habitantes). Se han descubierto talismanes con cabezas de toro, aves, hachas dobles, medias lunas y versiones en piedra de las cuentas de aletas de pescado. Con respecto a la domesticación optaron por perros, cabras, ovejas, cerdos, vacas, gatos y burros, todos ellos descendientes de los lobos, las cabras bezoar, los muflones asiáticos, el jabalí, los uros, el gato montés y los onagros.

La información acerca de la fauna en Mesopotamía es obtenida primeramente de los huesos encontrados en las excavaciones arqueológicas que determinan la especie, sexo, edad e incluso enfermedades que pudo haber contraído. Por otro lado, los escritos que perduraron en el tiempo contienen datos de los animales, así como registros contables de rebaños, observaciones al momento de efectuarse rituales con fines adivinatorios, listas de capturas en cacerías y los que eran mantenidos en cautiverio en los palacios reales.

A medida que comenzaron a establecerse los "Sumerios" entre los ríos Tigris y Éufrates, en forma paulatina fueron integrandose los animales en sus quehaceres. Al principio los hombres solamente recolectaban frutos y cazaban, una vida totalmente nómada. Posteriormente desarrollaron sistemas de cultivo que permitió un asentamiento en esta región en particular. De esta manera, se fue modificando la relación netamente de cacería para utilizarlos en otras situaciones. Un ejemplo de lo anterior se puede observar en el entrenamiento de los caballos como arma letal en las constantes guerras. Al momento de crearse carrocerías, los caballos fueron la figura central como animal de tiro, convirtiendose en una prioridad en los ejércitos asirios. Un caso similar ocurrió con los camellos, siendo ideales como medio de transporte. Del mismo modo, la piel de oveja fue una de las principales exportaciones de la zona. En los rituales religiosos, las ofrendas a los dioses estaban constituidas en su mayor parte por cordero y pescado.

El nacimiento de una civilización no está basado unicamente en la invención del estado, escritura, creencias religiosas, edificaciones suntuosas o cualquier tipo de manifestación artística. También es relevante comprender la conexión existente entre el ser humano y la naturaleza, sus alrededores tanto vegetales como animales. Gracias a la agricultura y la ganadería se llevó a cabo la formación de una pequeña comunidad que poco a poco terminó consolidandose como la primera civilización en el mundo, descubriendo la rueda, la fabricación de telas, la construcción de barcos, la utilización de numeros, el alfabeto y un sin fin de elementos, herencia en nuestros tiempos actuales.


Imágenes: "Asurbanipal (668-631 a.C) cazando leones". Relieves del palacio norte de Nínive. Piezas expuestas en el Museo Británico de Londres.

BIBLIOGRAFÍA

Childe, V. Gordon, Nacimiento de las civilizaciones orientales, 2° ed., Ed. Ediciones Península, Barcelona, 1976.

Cottrell, Leonard, Mesopotamia, la tierra de los dos ríos, 3° ed., Culturas Básicas del Mundo, México, 1967.

Manzanilla, Linda, La constitución de la sociedad urbana en Mesopotamia, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1986.

Roaf, Michael, Mesopotamia y el antiguo Oriente Medio, Ediciones Culturales Internacionales, Barcelona, 2000.

La Búsqueda de la Eternidad

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La muerte es un hecho al cual nos enfrentamos todos los seres humanos a lo largo de nuestra vida. Es algo inevitable, rodeada de un misticismo que causa horror en las personas debido a la impotencia de desconocer lo que vendrá. En todas las culturas encontramos infinidad de explicaciones al respecto, propuestas, deseos y expectativas sobre esta ley natural.
El antiguo Egipto es un excelente ejemplo de cómo se percibía este fenómeno. En sus zonas arqueológicas, pinturas, esculturas y escrituras, hay huellas sobre su importancia en la vida cotidiana. Sin duda alguna, la momificación fue una herramienta utilizada para preservar el cuerpo, con el objetivo principal de obtener la inmortalidad.
Esta civilización creía que en cada persona habitaba un Ba (alma) y un Ka (doble invisible). Al morir se liberaba el Ba y el Ka del cuerpo y continuaban viviendo dentro de la tumba; solamente el Ba podía visitar a la familia y a sus amigos. Las tumbas estaban provistas de víveres y todo lo necesario para vivir, siendo el Ka quien consumía o requería de estos productos.
La inmortalidad se obtenía cuando el Ka y el Ba reconocían el cuerpo del difunto, en caso contrario, no podía reintegrarse. Para conservar al muerto se necesitaba de un proceso complejo de momificación desarrollado por sacerdotes, capaz de preservarlo a través del tiempo.
La momificación generalmente se llevaba a cabo en personas de alto rango o con gran poder adquisitivo, ya que los pobres eran enterrados en la arena sin mayores ritos. Para el caso del faraón (figura más importante en la sociedad) se realizaban entierros suntuosos, con mucho cuidado porque era el representante de los dioses en la vida terrenal.
La duración de la momificación constaba de 70 días. El primer paso era retirar los órganos internos. Primero se extirpaba el cerebro por la naríz con un gancho metálico. Posteriormente se hacía una incisión en el costado izquierdo del cuerpo para obtener el hígado, pulmones, estómago e intestinos. Cada órgano era embalsamado con un producto químico llamado Natrón (sales que tenían la propiedad de deshidratar) y colocado en recipientes denominados Cánopes (eran cuatro vasijas conocidas como los "Cuatro Hijos de Horus"). El corazón se mantenía en su lugar, aunque en el Imperio Nuevo era embalsamado y un escarabajo de piedra se ponía en su lugar. De igual forma, se depositaba Natrón tanto en el interior como en el exterior del cuerpo.
Cada órgano se envolvía en vendas y se introducían en un cánope en particular:

_Hapi con cabeza de papion: los intestinos.


_Duamutef con cabeza de chacal: pulmones y corazón.


_Imsety con cabeza humana: estómago.


_Qebejsenuf con cabeza de halcón: hígado y vesícula biliar.


Después de cuarenta días la envoltura de Natrón se retiraba y el cuerpo ya seco y encogido se limpiaba. Sólo quedaba el esqueleto y la piel. La superficie del difunto se untaba con aceites y ungüentos. Las cavidades de los ojos se rellenaban con telas. La naríz se cubría con cera de abeja. Los brazos se cruzaban sobre el pecho y las uñas y pies se pintaban con oro.
Toda la momia era adornada con piedras preciosas y amuletos. Los dedos, manos, pies, brazos y piernas eran vendados individualmente. Cada capa de tela era untada de resina para fijarlas y preservarlas del aire y humedad.
La cabeza del difunto se cubría con una máscara de oro con sus mismas facciones. Se anexaba un ejemplar del "Libro de los Muertos" en la tumba, escrito en papiro que guiaba al muerto en su recorrido de la vida eterna.
Finalmente se construían tres ataúdes para la momia, decorados en su interior y exterior con representaciones de dioses y fórmulas mágicas para su protección. Por último se depositaba en un ataúd de piedra llamado Sarcófago, al lado de los cuatro cánopes ubicados en un cofre. Después de una gran procesión, se dejaban los restos en las Mastabas o pirámides para que realizara su arduo viaje al lado del dios Osiris.


Imágen del perfil: Página tomada del Libro de los Muertos de Hunefer. Simboliza el peso del corazón en el juicio de Osiris. Realizado alrededor del 1275 a.C. Museo Británico.

Imágen del texto: Son los cuatro cánopes que se depositaban con la momia. Dinastía XIX. Museo de Berlín.


BIBLIOGRAFÍA

Appendini, Ida y Silvio Zavala, Historia Universal. Antigüedad y edad media, 19° ed., Porrúa, México, 2001.

Historia de la humanidad. Del año 3000 a.C. al 700 a.C. La invención de la escritura, Ed. Planeta, UNESCO, París, 2004.

Puech, Henri-Charles, Historia de las religiones. Las religiones antiguas, 2° ed., Siglo Veintiuno Editores, México, 1977, 12 Vols.

Ullman, H. F., Egipto. Templo, dioses y faraones, El Abanico, Könemann, Köln, 2000.

Una (E)lección de Vida

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La razón por la cuál hubo un enfrentamiento militar entre los españoles y los mexicas se debió a las diferencias culturales en ambas sociedades. De esta forma, la educación, como un elemento constitutivo cultural, es la responsable de las creencias de una población, sus deseos, virtudes y defectos. En esta segunda entrega de mi blog pretendo realizar un acercamiento a las doctrinas educativas de los mexicas con el fin de reflejar otra perspectiva de los hechos históricos.

En tiempos de la llegada de los españoles a la gran Tenochtitlán, existía todo un sistema político, económico y social complejo que sostenía a una urbe de tamaño colosal. Esto significa que había un espacio exclusivamente dedicado a la formación de sus habitantes. Para ser más específico, constaba de dos escuelas: el Calmécac ("hilera de casas") y el Telpochcalli ("la casa de los jóvenes"), a donde eran enviados sus hijos al cumplirse los quince años.

La primera escuela , llamada Calmécac era el lugar destinado a aquellos que decidieran ser sacerdotes o dignatarios políticos ya que los únicos que poseían derechos a estos puestos eran los pertenecientes a esta institución. Por lo tanto, generalmente los hijos de la nobleza eran los indicados en integrarse a este sistema aunque no siempre era el caso. Sahagún dice en su obra Historia General de las Cosas de la Nueva España que en ocasiones un macehual (plebeyo o común) podía tener oportunidades de acceder a dicho establecimiento. Ahora bien, las instrucciones dadas por sacerdotes estaban estrechamente ligadas a asuntos religiosos, estudiaban los libros sagrados, mitos, el calendario adivinatorio y la historia de la comunidad. Se cultivaba el dominio de uno mismo, la abnegación, la adoración a los dioses, el arte oratorio, la poesía y buenos modales. Definitivamente debían de cumplirse tareas muy rigurosas como ayunos, dormir en el suelo, levantarse en la noche constantemente para hacer autosacrificios con espinas de magueyque eran depositadas en una bola de heno y dejada en el bosque, oraciones, purificación en baños rituales, cortar y llevar leña para las hogueras sagradas, acarrear agua y barrer los templos. El dios tutelar de esta escuela fue Quetzalcóatl: divinidad del autosacrificio, de los sacerdotes, de la penitencia, de los libros, del calendario y las artes, símbolo de abnegación y cultura.

El otro espacio de estudio, Telpochcalli, estaban localizados en los distintos barrios o Calpullis y eran de carácter popular, es decir, cualquier persona podía entrar a instruirse para la guerra. La disciplina era en menor grado y de igual forma los conocimientos impartidos, por parte de guerreros reconocidos. Cabe mencionar que a pesar de no haber sido tan estricta la formación, gozaban de muchas libertades para divertirse con sus compañeros. Entre sus tareas públicas se encontraban barrer la casa, cortar leña, reparar zanjas y canales, cultivar tierras de propiedad colectiva, etc. Además poseían la compañía de mujeres jóvenes llamadas auianime, admitidas como cortesanas. El dios tutelar del Telpochcalli fue Tezcatlipoca que representa al guerrero, la acción, combate, la vida colectiva, los placeres pasajeros de la juventud. De esta forma, los hombres debían tomar esta importante decisión, si renunciar a su propia persona para contemplar los astros y el estudio de los signos, ser castos y devotos a sus dioses o dedicarse a una vida al calor de las armas y de los placeres cotidianos.

IMÁGENES: La imágen de perfil del blog es la Piedra del Sol o más bien conocida como "Calendario Azteca". La imágen es tomada de Wikipedia y la pieza original se encuentra en la sala Mexica del Museo Nacional de Antropología e Historia. Fue tallada en 1479 y encontrada en el Zócalo de la ciudad de México en 1790.
La otra imágen es una pintura del Códice Florentino, libro 3, capítulo 5 y se encuentra en la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia. La imágen representa la entrada de unos niños al Telpochcalli, dejados por sus padres.

BIBLIOGRAFÍA
Caso, Alfonso, El pueblo del sol, 3° ed., Fondo de Cultura Económica, México, 1953, reimpresión.
León Portilla, Miguél, Visión de los vencidos, Promo Libro, Dastin, Madrid, 2003.
Sahagún, Fray Bernardino de, Historia general de las cosas de la Nueva España, Porrúa, México, 1982.
Soustelle, Jacques, El universo de los aztecas, Fondo de Cultura Económica, México, 1982.
Soustelle, Jacques, La vida cotidiana de los aztecas en visperas de la conquista, 2° ed., Fondo de Cultura Económica, México, 1994, reimpresión.





El Enigmático Banquete

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Un buen recurso para conocer acerca de las costumbres de una civilización o época determinada es por medio de sus hábitos alimenticios. De esta forma, la comida es fundamental para comprender los modos de subsistencia de una población, gustos (sabores/olores), modales, mentalidad, etc.

Durante la "Edad Media" las diferenciaciones de clases sociales eran notablemente visibles, siendo el Rey el personaje principal, dueño de un espacio habitado por trabajadores y guerreros. Por lo tanto, en la cúspide piramidal se encontraba el rey o noble con su familia, seguido de la órden sacerdotal, caballeros adscritos a una órden militar, campesinados (artesanos, agricultores, herreros, sastres...) y por último los esclavos o cautivos de guerra.
Todo este grupo de personas debían alimentarse y el lugar idóneo en dónde sucedían estos hechos eran generalmente en los castillos, cuyas funciones consistieron en ser una fortificación y al mismo tiempo lugar de residencia.
El alimento utilizado en las largas mesas producen inquietudes relacionadas a los tipos de productos consumidos por los habitantes. Cabe mencionar al lector que a medida que lea este artículo podrá experimentar una sensación de asombro o desagrado ante el contraste en los hábitos durante este período y la actualidad. Sin embargo, no debemos juzgar las costumbres de otros tiempos ya que no existía la concepción de nuestro presente, era una forma de vida distinta que poco a poco fue transformandose hasta los resultados hoy día conocidos.
Primero es necesario mencionar que existían varios momentos para comer, inciándose entre 6 y 8 de la mañana al levantarse, continuaba la comida principal entre las 11 y 13 horas y la cena de 16 y 19 horas siendo muy temprano debido a la falta de luz solar. Además, el alimento era servido en grandes platos, calderos, bandejas, combinándose tanto los sabores salados como dulces (en un solo plato podían compartirse una garza asada con un pastel de nata, huevos, dátiles y ciruelas). Los recipientes estaban dispuestos en mesas grandes con sillas, caballetes o tablas, bancos o sacos de paja.
Recordemos que los banquetes eran realizados en ocasiones de celebraciones o porque había invitados nobles en el castillo. Por lo tanto, el anfitrión debía mostrarse con toda la opulencia posible, siendo los productos encontrados en la mesa un símbolo de su poder adquisitivo. Los cocineros no utilizaban la sal para condimentar, solamente el rey y su familia accedían a este producto contenido en un salero en forma de barco para sus platos. Del mismo modo, solamente la nobleza gozaba de un recipiente para cada persona, los comensales obtenían sus alimentos de las Quadras que eran grandes rodajas de pan contenedoras, situadas en el centro de la mesa. Las personas con sus dedos tomaban la porción deseada y las llevaban a sus bocas. Los utensilios eran muy raros, existiendo el cuchillo y la cuchara, inventándose el lujoso tenedor en el siglo XV, símbolo de elegancia y exclusividad con metales preciosos. Es debido a esto que la carne estaba cortada para que fuera de fácil obtención.
Estos festines constaban de largas horas, donde continuamente el personal trasportaba los cacerones, vinos, sutilezas hechas de azúcar en los descansos con motivos religiosos o cotidianos. El ritual alimenticio era acompañado de músicos, bufones, risas, cubiertos, el ir y venir de los siervos, acróbatas.
Existió una variedad de productos numerosos, resultado de las grandes cantidades consumidas por los residentes. Las calorías consumidas necesarias por un adulto para un buen estado de salud son de 2,500 a 4,000, mientras que durante la "Edad Media" recibían unas 6,000. El pan era el elemento primordial de sus dietas, en forma de hogazas, barras, picos, tortas, bolitas, en guiso o sopa; entre 1.6 a 2 kilos por persona al día.
A pesar de las imágenes tradicionales de grandes porciones de carnes en las mesas, realmente era escasa para el pueblo y es debido a esto que todo podía utilizarse, desde caballos hasta perros. La carne podía ser encontrada cocida o salada, picada en sopa o rara vez asada. Se consumía el cerdo, cordero y buey. Para la nobleza estaban dispuestas en las mesas pavos reales, faisanes, cigüeñas, alondras, etc. Con respecto al pescado también era escaso (percas, carpas, anguilas, salmones, bacalaos, mejillones, ostras, caracoles y ranas).
La comida del villano estaba compuesta de queso, potajes y leche, aunque la última era considera pesada para el cuerpo, solamente eran consumida cuajada, escurrida o mezclada con sopa.
La mantequilla no era muy deseada en la cocina porque se ponía rancia al poco tiempo. Se prefería la manteca de cerdo o el aceite vegetal, de oliva o nuez.

Las hierbas fueron muy populares durante la "Edad Media", ya que todos los platos eran muy condimentados. Encontramos en las cocinas de los castillos el clavo, jenjibre, cilantro, alforfón, canela, comino, anís, regalíz, pimienta, etc. Las razones de sus usos fue en parte porque muchas veces la comida no estaba en buenas condiciones debido a la ineficiencia de su conservación y por otro lado a los altos precios de las especies, reflejo de una posición social en las mesas.
La nobleza estimaba los frutos procedentes de las alturas como árboles o arbustos: manzanas, peras, nueces, higos, castañas, aceitunas, membrillos, cerezas, cítricos; despreciaban los obtenidos por la tierra considerados como vulgares y terrosos.
El vino estaba presente en todas las mesas, habitaciones, bodegas. Generalmente era blanco, relegándose el tinto para los hombres religiosos. Su consumo era excesivo, entre uno a tres litros al día por persona, debido a su bajo contenido alcóholico. Al tener técnicas rudimentarias de vinificación los grados eran muy bajos y solamente podían ser conservados durante un año en toneles de madera untados de resina. En cambio, el agua no era muy frecuente debido a la inseguridad de los ríos. Se debía obtener de los pozos y manantiales si no se deseaba contraer una enfermedad. Otro bebida común era la cerveza, legado de la antigüedad.
Como se observa, existieron diversos hábitos alimenticios durante la "Edad Media". Por supuesto que en este pequeño artículo se deja muchas cuestiones interesante al respecto, como los modales en la mesa, patrones de refinamiento y costumbres de una sociedad. No cabe duda que una de las mejores maneras de entender los procesos sociales son a través de la alimentación y que permite a los hombres adquirir un conocimiento acerca de los orígenes o transformaciones de nuestra comida diaria.


Bibliografía Consultada:
Elías, Norbert, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, Fondo de Cultura Económica, México, 2006.
Fossier, Robert, Gente en la edad media, Ed. Taurus, México, 2008.
Platt Richard y Stephen Biesty, Un castillo medieval, Santillana, Lóndres, 1994.

Hemerografía:
Valdaliso, Covadonga, "La vida en un castillo de la edad media" en Historia. National Geographic, Barcelona, núm. 41.